
Uno de los momentos más memorables de los reality shows viene de My Big Fat Obnoxious Boss: cuando, bajo la premisa de "un empleado debe estar dispuesto hasta a recibir una bala por su jefe" (increíblemente, al oír esto, uno de los competidores asintió) les pusieron la prueba a los concursantes de tener que sacarle una fotocopia a un documento mientras un sádico los bombardeaba con bolas de pintura.
Otro cosa memorable es que a los muchachos se les atascó la máquina fotocopiadora (¿a quién no le ha pasado eso?).
Estaban compitiendo por un trabajo... ¡que al final era falso! Todo el programa era una farsa (¿en serio? ¿siendo graduados universitarios pensaron que podía ser cierto con unos retos tan ridículos? ¡se merecen cada bola de pintura que les dio¡).
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