Los periodistas portorriqueños han notado que los hombres que llegan a cargo de gobernadores de la isla, aunque sean jóvenes, al poco rato se vuelven canosos y/o calvos.
Ese hecho me permite formular esta hipótesis: aquellos que hayan sido bendecidos con unos hermosos rizos no deberían postularse para gobernadores de la isla del encanto... ¡por qué ese cargo está maldito!
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